Las condiciones climáticas están cambiando en todo el mundo, y con temperaturas más extremas y recursos limitados, las soluciones arquitectónicas y urbanas también deben modificarse. ¿Cómo podrían verse y funcionar efectivamente nuestras viviendas en un escenario post cambio climático? Analizando detalladamente los pronósticos de estas variaciones, los arquitectos de W-LAB han desarrollado una propuesta de hábitat Low-Tech para climas húmedos, calurosos y áridos, incorporando bio-materiales, soluciones transportables, y configuraciones que fomenten la vida en comunidades pequeñas y resilientes.
El proyecto responde a una serie de simulaciones computacionales que permiten visualizar el escenario climático que enfrentaremos durante las próximas décadas, advirtiendo principalmente que muchas zonas de clima templado podrían convertirse en zonas áridas con climas hostiles. Según el equipo de arquitectos, “para un asentamiento en un lugar árido, pensamos en cabinas transportables que puedan apoyarse sobre el terreno, sobre pilotes atornillados. Estos pueden desanclarse y no dejar marca en el terreno, reduciendo aún más su huella en el medioambiente”.
Este asentamiento distribuye sus unidades modulares de forma radial, delimitando un espacio central protegido, a modo de oasis. Para reducir la fuerza del viento en un territorio con alta exposición, el equipo plantea la creación de cinturones verdes formados por palmerales y vegetación desértica, funcionando como filtro para las partículas en suspensión. Su eficacia y sus niveles de protección han sido corroborados a través de herramientas computacionales CFD.
“Las imágenes inferiores muestran en azul las áreas con vientos de velocidades entre 0 y 2 m/s y en rojo las superiores a 10 m/s (36 km), siendo esta la velocidad máxima que delimita el tope del rango de confort. El uso de muros bajos de protección (1 -1,5m) ayuda a crear zonas de remanso, pero son insuficientes. Como podemos ver en las secciones verticales, plantando un cinturón perimetral de palmeral adicional, podríamos conseguir un área protegida de gran volumen, para actividades exteriores de uso público, tanto en el centro cómo en la periferia del complejo construido”, aseguran desde W-LAB.
Bio-cabinas prefabricadas
Las unidades residenciales están pensadas para una vida a pequeña escala; sostenible, autosuficiente e hiperconectada tecnológicamente. Para construirse, cada unidad utiliza materiales reciclados y de origen natural y local, siguiendo las lógicas de los materiales kilómetro cero. En específico, se propone la utilización de paneles y laminados fabricados con madera del agave americano, conocida popularmente como “la madera del desierto”. Sus fibras y raíces pueden reutilizarse para fabricar sistemas de aislamiento térmico y acústico, evitando así los productos artificiales.
Cada vivienda funciona como un invernadero, permitiendo el crecimiento de plantas y vegetales para el consumo de sus habitantes, incluyendo sistemas de compostaje que han sido diseñados especialmente para espacios interiores. Además, se incorporan sistemas subterráneos para el reciclaje de las aguas grises, y placas solares y aerogeneradores externos que permitirán la obtención de energías renovables, almacenando la energía en baterías instaladas bajo el subsuelo de la casa.
En relación a la obtención de agua potable, el equipo ha estudiado dos soluciones potenciales: la captación de brumas y la desalinización solar. Los arquitectos aseguran que “tanto en climas de montaña como climas áridos de costa, la captación de brumas con redes de polietileno (un plástico reciclable) es posible, cuándo se dan las características climáticas adecuadas. Podemos llegar a captar de 4 a 14 L por metro cuadrado. Este sistema nos permite condensar la humedad dispersa en el aire cuando esté saturado”. Por su parte, si no existieran acuíferos o ríos cercanos, la desalinización de agua marina podría incorporarse a través de un proceso de ósmosis activado por la energía solar.