Aún hoy, el movimiento moderno es un tema que suscita las más diversas y controvertidas reacciones. Lo mismo ocurre cuando hablamos del legado de la arquitectura moderna. En realidad, no hay un solo legado, sino una serie de legados que varían según la ubicación geográfica, el clima y el contexto político, social y económico de cada país o región. Aunque la génesis del modernismo en la arquitectura tuvo lugar en Europa y Estados Unidos -donde se encuentran algunos de sus ejemplos más representativos-, más allá del mundo occidental, la llamada “arquitectura moderna” fue moldeada por arquitectos y arquitectas según las necesidades de cada contexto específico. En Sri Lanka, por ejemplo, el arquitecto Geoffrey Bawa contribuyó a acuñar el término “Modernismo Tropical”, desarrollando una arquitectura sensible y profundamente arraigada en el paisaje. También podemos encontrar otros sorprendentes edificios modernistas en Tanzania, fruto de la vasta y constante obra de dos de sus más importantes arquitectos: Anthony Almeida y Beda Amuli.
Hijo de inmigrantes indios de Goa, Anthony Almeida nació y creció en la ciudad de Dar es Salaam (Tanzania). Más tarde regresó a la India para estudiar arquitectura en la prestigiosa Sir J.J School of Architecture de Mumbai, donde entró en contacto con la obra de importantes figuras del movimiento moderno como Le Corbusier, Frank Lloyd Wright y Alvar Aalto, todos ellos con una influencia decisiva en su carrera como arquitecto. Tras finalizar sus estudios en 1948, Almeida regresó a su país natal, donde unos años más tarde abrió su propio estudio de arquitectura.Su primer encargo importante no llegó hasta 1955, cuando la comunidad india de Dar es Salaam le invitó a diseñar una escuela primaria para 500 alumnos. En aquella época, Tanzania era todavía un país muy conservador, o más bien una colonia muy conservadora. Su proyecto fue considerado por los funcionarios británicos como “demasiado moderno” e incluso “radical” para el país, y Almeida tuvo que defender su proyecto con uñas y dientes para que fuera revisado por el Ministro de Educación de la Administración Colonial Británica. Afortunadamente, el proyecto de la Escuela Primaria de São Xavier fue aprobado y construido, convirtiéndose en un ejemplo del enfoque de Anthony Almeida, donde el clima y la racionalidad definen las formas, con aulas elevadas sostenidas por columnas estructurales y una paleta de materiales discretos. Su solución de planta -con un volumen de servicio separado del edificio principal- hizo que el ministro británico compare la escuela con un avión.
Con la independencia de Tanzania en 1961, las cosas empezaron a mejorar y Anthony Almeida construyó una serie de edificios públicos y privados en los cuatro rincones del país, incluida su propia residencia, una estructura modesta y discreta. Situada cerca de la playa, pasa casi desapercibida para cualquiera que pase por la carretera principal de al frente. La casa de Anthony Almeida, construida en 1963, consta de tres volúmenes principales escalonados, una solución que favorece la ventilación natural constante de todas las habitaciones del edificio. La planta abierta permite organizar la estructura en tres zonas diferentes sin necesidad de incluir ninguna barrera física, desde la más íntima hasta la más social.La residencia también cuenta con una losa horizontal que conecta los espacios abiertos y cerrados, proporcionando una protección solar adicional y creando una serie de pequeños jardines y espacios intermedios. Los dormitorios se encuentran en el volumen más alto, en el límite posterior del sitio, conectado con la otra área de la casa a través de un puente de madera (número 7 en el plano) que parece flotar sobre un pequeño arroyo.
Pero no fue sólo Anthony Almeida quien ayudó a construir la historia de la arquitectura moderna en Tanzania. En la década de 1970, el país vio surgir a Beda Amuli, el primer africano negro que abrió un estudio de arquitectura en un país de África Oriental. Amuli estudió arquitectura en el Instituto Tecnológico de Israel y luego regresó a Tanzania para abrir su oficina en 1970. Probablemente el más emblemático de sus proyectos sea el Mercado de Kariakoo, diseñado y construido por Amuli en 1973. De estilo brutalista, el mercado se diseñó como un gran espacio abierto protegido por “árboles de hormigón a la vista”. Inspirándose en la naturaleza y el paisaje de Tanzania, el mayor reto de Amuli en este proyecto fue traducir la estructura de un árbol a las formas del hormigón in situ. El resultado es impresionante, una estructura compleja que recuerda a la obra de Félix Candela.
Con una superficie total de aproximadamente 540 metros cuadrados, el Mercado de Kariakoo está definido por una retícula de pilares monumentales de hormigón a la vista de 4 por 6, que se expanden en forma de parasol invertido de 15 por 15 metros de ancho, los “árboles” del mercado africano. Bajo la topografía edificada de la cubierta, el espacio del mercado se desarrolla en diferentes niveles: la carga y descarga de mercancías, así como los espacios de almacenamiento de productos se realizan por el sótano, el lugar más fresco; por otro lado, los espacios comerciales ocupan las dos plantas superiores que conectan directamente con el espacio público adyacente. Conectando todos los niveles del mercado, la escalera central también colabora con el sistema de ventilación natural del edificio, que funciona principalmente a través de un efecto chimenea, potenciado por la distancia entre las copas de los “árboles” de hormigón diseñados por Amuli. Además, estas magníficas y esculturales estructuras también sirven para captar el agua de lluvia, que se filtra, se almacena y luego se reutiliza en el mercado. Este emblemático edificio es un hito urbano por derecho propio, un punto de referencia para los residentes y la bulliciosa vida de la ciudad de Dar es Salaam.
Anthony Almeida y Beda Amuli murieron en 2019 y 2016 respectivamente, pero su legado modernista sigue vivo. Obviamente, sería imposible abarcar toda la obra construida por estos dos maestros de la arquitectura moderna en este breve artículo. En un país tan diverso como Tanzania, así como en una ciudad tan rica y compleja como Dar es Salaam, donde predomina una mezcla ecléctica de estilos arquitectónicos, la obra de Almeida y Amuli se presenta como un punto de partida para comprender la amplitud del legado modernista no sólo en el continente africano, sino en todo el mundo.