La doble piel en un edificio normalmente consiste en 2 capas, usualmente de vidrio, que permite que el aire fluya en la cavidad intermediaria entre las 2 capas. Este espacio, que puede variar en la cantidad de cm que mide, actúa como un insulante ante las altas y bajas temperaturas, contra vientos y ruido.
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Si bien el concepto de doble piel no es nuevo, los arquitectos e ingenieros son cada vez más propensos a utilizarlos. Esto se da aún más particularmente en el caso de los rascacielos y edificios de grandes magnitudes debido a los beneficios mencionados anteriormente y además porque permiten que la fachada sea transparente y elimina la necesidad de que cada ventana del edificio sea personalizada.
Todo esto se puede describir en una palabra, que es versatilidad. A través de modificaciones menores se puede cambiar por completo el comportamiento y la funcionalidad de la fachada.
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Cuando hay bajas temperaturas, la cavidad intermedia evita que se escape el aire caliente de los ambientes interiores y cuando hay altas temperaturas, contiene el calor exterior.
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Las fachadas de doble piel deben tener un objetivo estratégico que se adapta a variables térmicas, eólicas y acústicas. A partir de ello, se puede diseñar apuntando a las necesidades que el cliente necesita que sean cubiertas.